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Una directa con los pies en la laguna

No importa si en ese momento viajas en tren entre dos frías ciudades europeas, o atraviesas una plaza llena de gente en Asia, o te refugias del sol a la sombra de un toldo de colores chillones en un pueblito al borde del desierto africano, porque cuando Adrián Llanes Domínguez transmite en vivo para el mundo te hace creer que estás a su lado en el Refugio de Fauna Laguna de Maya, bajo el azul cielo de Cuba y rodeado de aves que eligen hacer su vida en este sitio entre la tierra y el agua.

A menudo en el fango y la maleza, a pie por senderos que zigzaguean en el interior de la manigua como el cuerpo de un majá de Santa María, en bote o sumergido en la playa que esconde la frágil hermosura del coral, él sabe cómo enganchar a su público haciéndole partícipe, a través de las redes sociales y el podcast, del espectáculo cotidiano y maravilloso que ofrece la naturaleza.

Lo que empezó como un hobby para este joven de 34 años, ingeniero agrónomo y especialista en conservación, se convirtió en un hábito que aprovecha la multimedialidad con el propósito de conectar a más personas con la vida salvaje y amplificar el mensaje ecologista, con las dosis justas de ciencia y entretenimiento.

¿De dónde viene esa pasión tuya por las plantas y las animales?

La llevo en la sangre. Nací en un campo conocido como Horquita, en la provincia de Cienfuegos. Allí recolectaba con frecuencia fósiles de erizos de mar y caracoles. El medio y la educación que me brindaron en la escuela y el hogar, sobre todo mi papá que es profesor de Física, fueron factores claves para despertar mi interés y amor por la naturaleza y sus misterios.

Desde hace 12 años resido en la comunidad costera de Carbonera, en Matanzas, adyacente al Refugio, donde trabajo desde enero del 2020 como especialista para la actividad agroforestal integral. Lo que yo estudié está más ligado a la producción de alimentos, por eso ha sido un reto reinventarme, y agradezco a la dirección de la Empresa Flora y Fauna Matanzas el apoyo recibido y las oportunidades de superación.

¿Por qué es tan importante la protección de este paraje de la geografía matancera? ¿Qué lo hace especial?

Laguna de Maya tiene 966 hectáreas de superficie, de las cuales 400 son marítimas y el resto terrestres. Incluye ecosistemas marinos, terrestres y de transición, lo que la convierte en un escenario muy diverso. Contamos con uno de los bosques de mangles más altos y mejor conservados en el Caribe insular y parte de América Latina, donde existen los cuatro tipos presentes en Cuba (rojo, prieto, patabán y yana), apreciables a través de un sendero natural de 1.3 km de longitud.

Desde el punto de vista ambiental los manglares poseen un alto valor ecológico ya que son reservorios de vida silvestre, tienen la capacidad de retener y almacenar carbono y de brindar protección ante las inundaciones marinas provocadas por tormentas y huracanes. Estos ecosistemas también aportan nutrientes al mar que benefician la salud del arrecife de coral.

La laguna principal con sus dos kilómetros navegables, y el complejo de lagunas de aguas someras interconectadas entre sí, permiten a los visitantes observar un gran número de aves típicas de estos entornos como sevillas, garzas y zarapicos. Por otra parte, la belleza del arrecife de coral ofrece la visión de todo un mundo subacuático de maravillas. Dentro de nuestra área se yergue el Faro de Punta Maya, que a pesar de ser una zona de acceso restringido ofrece desde el exterior un alto valor paisajístico a los visitantes.

Todo ello ha despertado el interés de investigadores y de organizaciones, Actualmente se implementan programas de colaboración como es el caso de Ecovalor, proyecto internacional de las entidades GEF-PNUD de Naciones Unidas “Incorporando consideraciones ambientales y sus implicaciones económicas en el manejo de los paisajes, bosques y sectores productivos en Cuba”.

También la ubicación geográfica nos confiere una posición privilegiada al formar parte de un importante corredor migratorio de aves provenientes de Norteamérica fundamentalmente, por esa razón contamos con una estación de anillamiento para el estudio de sus migraciones. Obtenemos información que tributa al Corredor Biológico de Aves del Caribe, y participamos en el Proyecto de Adaptación basada en Ecosistemas, junto al Grupo de Ecología de aves de la Universidad de la Habana (UH) y el Centro Nacional de áreas Protegidas de Cuba (CNAP).

Aquí se ejecutan actualmente 13 proyectos de conservación vinculados a actividades como la reforestación, el manejo de la regeneración natural, reconstrucción de bosques, vigilancia y protección, la educación ambiental, y la restauración de arrecifes de coral.

¿Cómo es un día de trabajo normal para ti?

Bueno, un día común en Maya implica esfuerzo físico, pues hay que caminar bastante para realizar los recorridos de vigilancia y protección, además de monitoreos de aves y reptiles. En ocasiones esto conlleva al caminar a través del manglar y las zonas intermareales, y soportar picaduras de mosquito principalmente cuando nos levantamos en la madrugada para montar las redes de niebla para capturar las aves. Hay que manipularlas bajo un estricto protocolo para no hacerles daño y evitar que se estresen. Trabajamos con varias especies, pero en lo personal prefiero anillar las bijiritas.

En una planilla de campo quedan los datos que se toman sobre varios indicadores como el tamaño del pico, ala, tarso, cola, el peso y la grasa; esta última brinda información sobre el gasto energético del ave cuando acaba de arribar de las migraciones. En ocasiones recapturamos ejemplares anillados meses o años antes por nosotros mismos. Es realmente emocionante ver cómo esas criaturas regresan al mismo lugar. También hacemos conteos e identificación de las aves acuáticas. La información es procesada por los científicos de la UH, pues uno de los intereses del proyecto de adaptación basada en ecosistemas tiene que ver con el estudio del efecto del cambio climático en esos animales, a partir del conocimiento de las tendencias de sus poblaciones y la dinámica de la comunidad.

Al final de la jornada el esfuerzo vale la pena, pues a pesar de los problemas que enfrentamos en nuestra cotidianidad somos recompensados con la belleza de entorno que nos rodea. Cito la frase empleada por nuestro director adjunto y amigo Elién Domínguez, quien suele decir de vez en cuando al visitarnos: “estos son los momentos en los cuales nuestro trabajo se convierte en un hobby”.

Entonces, ¿todo es siempre paz y tranquilidad en la laguna?

Algo muy gracioso sucedió cuando comencé a trabajar aquí. Nos encontrábamos en plena campaña contra incendios forestales. Pues ese día el siniestro se propagó más hacia el interior de la vegetación y tuvimos que ir a sofocarlo casi de noche con matachispas.

Cuando habíamos logrado controlar aquello, aún salía mucho humo de un gigantesco nido de comején que había en un tronco seco, y no había forma de que se apagara. Temíamos dejarlo así porque por la noche tiende a bajar la velocidad del viento, pero cuando amanece el fuego cobra fuerzas nuevamente. Entonces Nibaldo, uno de los trabajadores, sugirió que lo apagáramos con agua, pero a esa hora ni para tomar teníamos, pues habíamos agotado nuestras reservas. Y fue ahí que todos los que tenían la necesidad fisiológica de orinar se convirtieron en contribuyentes voluntarios, y fueron los héroes de la noche que acabaron de extinguir el incendio.

¿Comunicar, también es un pasatiempo?

Desde que era joven siempre tuve gran apego por la radio. Al terminar el servicio militar me desempeñé por unos dos años como operador de audio y video. En ese tiempo adquirí experiencias en el mundo de la creación y la edición. Creo que ahí fue donde comenzó todo, a pesar de que en aquel tiempo no teníamos las oportunidades de conectividad y tecnología con la que contamos ahora.

Al llegar a Maya comencé a aprender de conservación. Durante mi primer año prácticamente no hice nada en las redes sociales. Gracias a los talleres de comunicación del proyecto Ecovalor recibí un entrenamiento en estos temas, y me vino como anillo al dedo. Combiné los nuevos conocimientos aprendidos con mis habilidades de edición de audio y creación de contenidos para dar a conocer lo que a diario hacemos en el Refugio. Para mí una transmisión en vivo desde el campo es otra manera de educar a las personas, sobre todo los pobladores de la comunidad más cercana.

Casi siempre son videos cortos, en los que trato de reflejar la cotidianidad de un trabajador de la conservación, de inculcar valores ambientales, de hacerle saber a las personas el gran tesoro natural que poseemos. La intención es que todos se sientan dueños de esa riqueza y tomen parte en su preservación para que también la disfruten las futuras generaciones.

¿Y funciona?

Para nadie es un secreto que las redes sociales dan la oportunidad de crear canales que llegan al público más rápido que los medios tradicionales. Me permiten transmitir información a una gran cantidad de personas, e interactuar en tiempo real. Hoy tenemos presencia en Facebook y un podcast que me animé a hacer por mi pasión hacia la locución. Para mí los podcasts son muy importantes porque permiten a los internautas descargar el contenido para escucharlo en el momento que ellos escojan. Lo publicamos también en iVoox.

La interacción con el público ha sido muy interesante desde el inicio, a tal punto que recibimos mensajes y cartas a diario de muchos lugares de Cuba y fuera de la Isla, con mensajes alentadores. Creo en lo personal, y a pesar de no tener una página con miles y miles de seguidores, que hemos logrado romper esquemas en el mundo de la comunicación desde aquí. Tratamos de hacerlo de la manera más original posible. Hemos transmitido bañándonos en las playas de nuestra área, junto a nuestros seguidores hemos compartido un café por la mañana desde el campo, y así logramos atraer a varios amantes de la naturaleza, y conquistar los corazones de otros que no tenían ese sentimiento.

Antes de emprender esta iniciativa online existía aquí en el poblado de Carbonera mucha apatía y costaba bastante hacer que los pobladores participaran en las actividades y festivales del área. Cada año celebramos el Festival de la Tortuga Marina, y desde el 2022 se ha hecho evidente el resultado de la educación ambiental y del trabajo en las redes. También en las acciones de limpieza de las playas se nos suman muchas más personas de la comunidad y trabajadores del Aeropuerto Internacional Juan Gualberto Gómez, de Varadero.

Incluso fuera de la provincia algunas personas al reconocernos nos han dicho: “oigan, ¿ustedes son los laguneros?”, un término con el cual nos referimos a los seguidores y amigos de la página en Facebook. Sin dudas esa es la mejor recompensa que podemos recibir, el amor de la gente y el cumplimiento de nuestro objetivo de educar en favor de la conservación de los ecosistemas.

Hoy en día la caza y el contrabando ilegal de especies, en particular aves, va en aumento, y enciende las alarmas de científicos y ambientalistas. ¿Cómo encaran ese problema en Laguna de Maya?

Aún existen personas que usan jaulas trampas para capturar aves como el tomeguín de la tierra o el negrito, pero seguimos luchando por educar, por sensibilizar. Precisamente en los festivales que hacemos, involucramos a los niños en la colocación de los anillos a las aves, y luego de procesarlas se las damos a ellos para que sean quienes las liberen. Así aprenden sobre la importancia de la conservación de la biodiversidad, cuando las ven volando, y aprenden a ser parte de la solución, no del problema.

También vinculamos a la población a los esfuerzos para el manejo de especies exóticas invasoras. En el caso de la fauna, se convocan festivales de captura del pez león y los pobladores son premiados según la mayor cantidad de ejemplares que puedan pescar. Está es una forma increíble de motivar a la comunidad, de hacerla partícipe de nuestros esfuerzos.

Se ha ganado terreno también en el enfrentamiento a la pesca de especies como el pez loro. Se trata de animales de gran importancia ecológica porque mantienen la salud de los corales y son formadores de arena de mar. A algunas personas que fueron grandes depredadoras por la pesca ilegal de esa y otras especies se les ofreció trabajo y capacitación. Hoy son buzos que realizan la actividad del buceo contemplativo con los turistas en el área. Ya no se dedican a la pesca furtiva porque su sustento ya no depende de ella. Aunque algunos problemas aún persisten se ha logrado avanzar muchísimo en su mitigación.

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